Todas las lenguas, en mayor o menor medida, disponen de distintas variantes. Son diferentes formas que han ido surgiendo con el transcurrir del tiempo. El euskera también dispone de distintas variantes. ¿Quién no ha oído hablar sobre sus dialectos (euskalkiak) o sobre el batua?
Los dialectos o “euskalkiak” se asocian normalmente a espacios geográficos determinados: el euskera del Baztan o el de Etxarri, por ejemplo. La variedad dialectal del euskera es realmente abundante. Su uso principal es el euskera oral y es una riqueza que siempre merece ser transmitida. Como es lógico, han ido evolucionando con el paso del tiempo, y siguen haciéndolo.
Además de los dialectos y hablas del euskera, disponemos del euskara batua, que tiene su base y origen en los propios dialectos. Se formó principalmente como una herramienta para el uso escrito del euskera, y cumple perfectamente esa función, pero con el tiempo se ha ido convirtiendo también en una herramienta para el uso oral del euskera, no solamente en los espacios formales de la lengua, sino también en espacios informales y de uso cotidiano. Es, de hecho, para muchísimos hablantes, la variante que han adquirido en casa o en la escuela y la que usan con naturalidad en cualquier contexto. Una herramienta que, con el uso, se va afinando, cultivando y enriqueciendo.
Variantes, registros, diferentes formas de la lengua… Todas ellas son parte del euskera y todas ellas pueden ser útiles en casa, en la escuela, en nuestro círculo de amistades y en muchos ámbitos y espacios. Al fin y al cabo, como suele decirse, “el mejor euskera es aquel que se utiliza”. Hacer uso y sacarle partido a lo que disponemos es, en definitiva, lo mejor que podemos hacer por el euskera.
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