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AL SALIRCASA

Cambiar los hábitos lingüísticos: se puede hacer, se ha hecho y se hace

El cambio es una constante en nuestra vida y puede ser el inicio de una nueva etapa. Y aunque es frecuente mostrar cierta resistencia, no le deberíamos temer tanto al cambio. De hecho, podría ser el primer paso para diseñar un estilo de vida que realmente nos llene.

Hay personas que siempre están buscando la manera de potenciar su vida y ser una mejor versión de sí mismos. Eso obviamente abarca muchos ámbitos de la vida diaria.  El cambio de hábitos lingüísticos también entra ahí. Nos referimos tanto a personas que saben euskera pero que no lo hablan en su día a día aunque les gustaría hacerlo; a personas que sin tener todavía un dominio del euskera, saben lo suficiente como para poder utilizarlo en ciertos contextos; y a personas que no saben euskera.

Se encuentren en la situación que se encuentren, el cambio de hábitos lingüísticos es algo factible, aunque sea en diferente medida. Así lo atestiguan, por ejemplo, miles de personas que han aprendido euskera y ahora lo utilizan con normalidad. O aquellas que siguen aprendiendo el idioma, pero que se animan a hacer la compra en euskera. De igual manera, hay mucha gente que sin saber nada, ha acordado utilizar “ama, aita, agur, kaixo, amona, eskola, egun on…”. Todas estas personas han demostrado, en la práctica y de un modo eficaz, que se pueden cambiar los hábitos lingüísticos: ahora hablan euskera con las amistades, con hijas e hijos, con conocidas/os, con compañeras/os de trabajo…

¿Dónde está la clave? La propia toma de decisión es muy importante y, por supuesto, también la constancia. Analizando cuáles son nuestros hábitos lingüísticos, y concretando qué es lo que queremos y podemos cambiar, llega el momento de tomar la decisión. Una decisión tomada con determinación y meditada nos dará el impulso que necesitamos para el cambio. Cada cual recorrerá el camino a su ritmo, atendiendo a sus características, necesidades y nivel de conocimiento.

 

Los padres y madres, ni que decir tiene, también pueden dar ese paso de cambiar los hábitos lingüísticos, dando cada vez más espacio al euskera. Entre los propios padres y madres, por supuesto, pero también con sus hijas/os o cualquier otra persona de su entorno. ¡Pruébalo, y no te arrepentirás!

Ahora que es tan frecuente oír que hay que cambiar el mundo, y si creemos que eso es posible, ¿por qué no empezar con pequeños gestos? De hecho, pensándolo bien, cambiar nuestros hábitos lingüísticos y dar más espacio al euskera, también puede ser una forma de cambiar y mejorar el mundo.

 

© ERA

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