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heldu bat eta haur bat izarrez betetako zeru ilunari begira
AL SALIR

Cielo de verano

Cualquier noche es buena para mirar al cielo y buscar constelaciones y planetas. El solsticio de verano, además, nos trae cielos más despejados y temperaturas más cálidas, y con ellas, un plan inmejorable: en una noche despejada de verano, buscar un lugar alto y oscuro, tumbarse en la hierba y comenzar a disfrutar del espectáculo que ofrece el cielo.

En Holanda es “La Sartén”, en Inglaterra “El Arado”, en América del Norte “El Cazo Grande” y la mitología griega subió al cielo la ninfa Calisto convertida en “Osa”. ¿Y en la cultura que se expresa en euskera? ¿Qué vieron nuestras y nuestros antepasados en esta constelación?

En Roncal, por ejemplo, vieron la imagen de un pastor con su cayado (“Artzaina bere makoareki”) y en Zuberoa dos bueyes (idiak), dos ladrones (lapurrak) y todos los personajes que salieron corriendo a recuperar el ganado robado. Así lo relató Txiliku en el libro “101 gau”:

Constelación: «Zazpi izarrak»

“Behin batean ba omen zen itzain aberats bat eta egun batez bi lapurrek idi parea ebatsi zioten, baina konturatu zen eta mutila bidali zuen haren atzetik.
Denbora pasatu eta hura ere ageri ez, eta neskamea bidali zuen morroiaren eta bi lapurren atzetik.
Neskamearen atzetik zaunkaka joan zen etxeko txakur txikia.
Agertzen ez zirenez, nagusia ere haien atzetik joan zen.
Aurkitzen ez zituela eta madarikazioka hasi zen nagusi koitadua. Biraoak gehiegi estimatzen ez zituen norbaitek zigortu egin zuen nagusi hura eta haserretuta, jainkoek euren ekintzetan izan ohi duten arrazoigabekeriarekin, denak ortzian iltzatuta utzi zituen.”

Traducción

 

Los nombres de constelaciones recogidos por escrito desde la tradición oral del euskera son escasos. Según parece, los euskaldunes de antaño llamaban “Zazpi Lapurrak” (siete ladrones) a la constelación de la Osa Menor, y en el cúmulo estelar de las Pléyades veían una gallina clueca con sus polluelos (“Oiloloka bere txitekin”). También se ha recogido el nombre de la constelación “Hiru izarrak” (las tres estrellas), pero sin una referencia clara a qué estrellas se refiere. ¿Quizá llamaban así al espectacular triángulo que las estrellas Vega, Deneb y Altair dibujan en el cielo de verano?

Cada cultura ha ido explicando, a su manera, los elementos de la naturaleza y su comportamiento, inventando para ello narraciones y personajes basados en las vivencias de sus hablantes.  Así se ha transmitido una mitología que se ha ido enriqueciendo y ha ido variando según las características de cada época. Es realmente interesante conocer las referencias culturales que crearon las generaciones que nos han transmitido el euskera. Conociéndolas, las actuales generaciones de niñas y niños podrán ¿por qué no? inventar nuevas historias y personajes que expliquen sus vivencias y su forma de entender el mundo. El cielo está lleno de estrellas, ¿hace falta mejor excusa?

 

@ ERA