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Solsticio de verano: Ona barnera, gaiztoa kanpora!

Las celebraciones en torno al solsticio de verano tienen una estrecha relación con los elementos de la naturaleza. Desde que las personas entendieron los ciclos que rigen la vida y la naturaleza, todas las culturas han construido ritos para cerrar una etapa y dar la bienvenida a otra que siempre se desea mejor que la anterior. En los ritos del solsticio de verano, como en los del invierno, el fuego y el agua son los elementos que generación tras generación han unido a las personas con la naturaleza.

Cuando el Sol ocupa el lugar más alto en el cielo, el fuego de San Juan tiene la capacidad mágica de acabar con todo lo malo. Es suficiente escribir en un papel lo que se quiere dejar atrás y arrojarlo al fuego a la vez que se repite la fórmula indispensable:

“ To zan, zaharra eraman eta berria ekar zan!” (= Tóma, llévate lo viejo y trae lo nuevo.)
“Txarrak eraman eta onak ekarri!” (= Llévate lo malo y trae lo bueno.)

Por supuesto, antes de saltar por encima del fuego hay que recitar el verso tradicional:

“ San Joan, San Joan berde,
artoa eta garia gorde,
lapurrak eta gaiztoak erre.
Biba San Joan berde!”
(=“San Juan, San Juan verde,
guarda el maiz y el trigo,
quema ladrones y malos.
Viva San Juan verde!”)

Pero no solo el fuego, el agua también tiene poder mágico en el momento final de la noche más corta del año: cura enfermedades y puede limpiar hasta lo que no se ve. Sumergirse al amanecer en el mar o en un arroyo, lavarse las manos y la cara en una fuente, mojar los pies descalzos en el rocío de los prados… cualquier modo vale para conseguir la protección contra lo malo.

Y en el solsticio de verano, junto al fuego y el agua, hay un tercer elemento protagonista: la propia naturaleza. En las plazas de muchas localidades se coloca el árbol de mayo o árbol de San Juan para que proteja a toda la población de enfermedades y desgracias. Además, la creencia dice que las plantas recogidas el día de San Juan protegen a las casas y las personas durante todo el año, sobre todo si son de fresno o de espino blanco.

En los ritos que se repiten año a año se renuevan las relaciones entre las personas que forman el pueblo o el barrio. Esa red de relaciones se simboliza en los zortzikos o danzas de quintos y quintas que se bailan alrededor del fuego o de los árboles de San Juan. Un ejemplo de esas costumbres es la Kantaita de San Juan que cantan las jóvenes de Urdiain.

Estas tradiciones tienen el eco de una forma antigua de entender el mundo pero, a poco que se adapten a las costumbres de hoy en día, pueden valer en el contexto actual. Sigue siendo necesario cerrar etapas y desear lo mejor para el nuevo ciclo que comienza. Al saltar por encima del fuego las niñas y niños gritarán Gora oporrak! ¡Vivan las vacaciones! y las personas mayores, quizá Birusak eta koarentenak kanpora! ¡Fuera virus y cuarentenas! Y así sentiremos lo que tantas generaciones han sentido al dar la bienvenida al verano.

Foto: © Patxi Pitillas
Texto: © ERA

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