Cada escuela es un mundo en cuanto a las tareas y el trabajo que piden a los y las alumnas que hagan en casa, por lo que el mejor comienzo es una buena comunicación entre la tutoría y la familia para saber cuáles son los objetivos pedagógicos del centro escolar respecto a las tareas en cada etapa educativa. Teniendo eso siempre presente, os proponemos unas ideas generales sobre lo que conviene hacer y lo que no en el tema del trabajo escolar en casa: las cinco verdades sobre las tareas en el contexto de la educación en euskera.
Primera. Para empezar algo obvio: en casa no hay alumnos ni profes, en casa somos madres, padres, hijos e hijas. Por eso no le corresponde a la familia explicar contenidos escolares, lo que tiene que intentar es afianzar buenos hábitos de estudio y trabajo: buscar un espacio cómodo y agradable, crear un ambiente tranquilo y sin distracciones, introducir la rutina del estudio o la tarea escolar en el día a día teniendo en cuenta la duración adecuada para cada edad y, al principio, echarles una mano con la organización de la agenda. Al fin y al cabo, la finalidad de las tareas no es asimilar contenidos sino conseguir la autonomía en el trabajo personal.
Segunda. Que las madres y padres hagan de profe tiene una serie de riesgos:
• La tentación de desconectar en clase, porque “ya me lo explicarán luego en casa”.
• El profesorado no tendrá una imagen real del progreso del alumnado y dará por asimilados conceptos y capacidades que realmente no lo están.
• Nuestros hijos e hijas no se entrenarán en un aprendizaje realmente importante para su desarrollo emocional: la gestión de la incertidumbre que supone no saber si el trabajo hecho con esfuerzo está bien resuelto o no.
• Antes o después, por la exigencia de los conceptos o por la metodología empleada, la ayuda de casa no será suficiente y entonces la falta de autonomía sí que puede ser un problema.
Tercera. Las verdaderas dificultades en el proceso de aprendizaje surgen por la falta de interés, por no saber aprovechar el tiempo o por no conseguir una concentración de calidad. En esos casos poco tiene que ver que los padres y madres sepan euskera o no, sean cuales sean las características lingüísticas de la familia. Las claves serán incentivar la curiosidad por aprender cosas nuevas, mostrar nuestro interés por lo que están aprendiendo y demostrarles apoyo incondicional.
Cuarta. Cuando surge alguna dificultad, la mejor manera de ayudarles es hablar con su tutor o tutora y pensar juntos estrategias para superarla. Como hemos dicho, la comunicación entre familia y escuela es fundamental: desde una pequeña nota en la agenda: “Ane se ha esforzado en hacer la tarea, pero en la parte final se ha bloqueado y no la ha podido terminar” hasta preguntar qué tal va respecto a las capacidades comunicativas en euskera y qué podemos hacer para aumentar su relación con la lengua, también en casa.
Quinta. Realmente, la mejor manera de ayudarles en el proceso de aprendizaje es reforzar todo lo posible sus capacidades lingüísticas en euskera. Cuanta mayor práctica tengan en hablar, escuchar, leer y escribir en la lengua que vehicula los contenidos que estudian y las competencias que adquieren, esto es, cuanto mayor sea el tiempo que pasen en contacto con el euskera, más fácil será todo lo demás. Por eso las actividades de tiempo libre en euskera son el aliado perfecto de las familias, porque jugar y pasarlo bien en euskera con los amigos y amigas es, realmente, la asignatura obligada.
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