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«¡HABLAD EN EUSKERA!» ¿y si, aún así, no lo hacen?

Las niñas y niños, aunque sean euskaldunes y en la escuela estudien en euskera, no siempre hablan en euskera. Ocurre en casa, en la calle y también en las actividades de tiempo libre. Esto a menudo genera cierta desesperación en las madres y padres, que esperaban algo diferente, y muchas veces desencadena la ya clásica reacción: “¡Hablad en euskera!” <a veces con suavidad y otras veces con un tono más agrio>. Y no son pocos los que confían en que esto vaya a cambiar, a pesar de que el paso de los años ha demostrado que normalmente no funciona, al menos de forma estable y duradera.

Pero algo habrá que hacer si queremos que hablen en euskera. ¿Y qué podría ser? Pues bien, la experiencia y las aportaciones de los expertos/as apuntan hacia otros caminos y subrayan que el uso de la lengua está influenciado por múltiples factores.

Desde ERA os vamos a proponer una serie de ideas o alternativas, pero antes de enumerarlas, una reflexión muy breve: el esfuerzo que vamos a hacer para que las niñas y niños hablen en euskera no debe construirse sobre la frustración. Debemos intentar comprender bien todas las situaciones, por qué y cómo ocurren las cosas, y partir de esa comprensión y de esa conciencia.

¿Y cuáles son esas alternativas que, aunque no son fórmulas mágicas, nos ayudarán a influir en el uso del euskera? Estas son nuestras propuestas:

  • Cuando hablamos del uso del euskera, hay que recordar que las niñas y los niños normalmente no reflexionan sobre ello en el modo en que lo hacen las personas adultas, y no tienen una opinión tan consciente y tan razonada. Por supuesto, las madres y padres pueden hablar de todo esto con ellos/as, así como expresar explícitamente su aprecio y adhesión hacia al euskera, pero siempre ajustado a su nivel de madurez, y sin olvidar que son niños/as. También puede expresarse implícitamente, por ejemplo, mostrando que en la vida diaria optamos por el euskera siempre que podemos.
  • Se les puede buscar entornos o “ecosistemas” en euskera para que tengan a su disposición distintos elementos o recursos en euskera que le gusten: música, cuentos, actividades de ocio, películas y dibujos animados, juegos… Buscar y ofrecerles actividades, tareas, momentos… que generen asociaciones positivas con el euskera.
  • La competencia lingüística también guarda relación con el uso. Una buena competencia lingüística del euskera por parte de las niñas/os es una mejor garantía para que posteriormente hablen en euskera. Podemos intentar que tengan un conocimiento lo más completo posible, que se sientan cómodos en el euskera, que dispongan del máximo acceso al euskera en las actividades extraescolares, películas, libros, juegos…
  • Cuando veamos que entre las niñas y niños euskaldunes hablan en castellano, en lugar de empezar a repartir órdenes y reprimendas, en la medida en la que nuestro conocimiento nos lo permita, puede ser más eficaz entrar en la conversación, participar en ella, por supuesto en euskera, y así contribuir a llevar con naturalidad la conversación al euskera.
  • Por otro lado, y más frecuentemente de lo deseado, los niños/as responden en castellano a los adultos/as, aunque esa persona adulta les esté hablando en euskera. En estos casos, mejor seguir en euskara, sin ceder y sin enfadarse, hasta que regresen al euskera.
  • La fórmula “¡Habla en euskera!”, en el caso de ser utilizada, debería aplicarse más bien a los adultos que sepan euskera que a los niños/as. Es decir, uno de los pasos más efectivos que puede dar el padre y la madre para que los niños y niñas hablen en euskera es el uso de esa lengua, no sólo con ellos/as, sino también entre las personas adultas, con cualquiera y para cualquier tarea o función. Así, de paso, se les demostrará que el euskera  también sirve para todo. Dar ejemplo, por tanto, ya que los niños/as son muy conscientes de todo lo que hacen las personas adultas de su entorno.

 
Ya hemos dicho que no hay fórmulas mágicas. El uso de la lengua es un fenómeno complejo, y las niñas y niños no reflexionan habitualmente sobre ello, suelen actuar con bastante naturalidad. Pero aunque sea sin fórmulas mágicas, los padres y madres también podéis poner vuestro grano de arena, trabajando las alternativas que hemos propuesto o en otras posibles líneas que se puedan proponer. Siempre más allá del citado y avinagrado «¡¡Hablad en euskera!!».

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