Dicen que quien gestiona bien su tiempo, gestiona bien su vida. Probablemente pase lo mismo con los espacios. Adquieren un valor singular en nuestra vida y ya sea en el ámbito privado o en el público, los cuidamos con detalle. En el hogar, por ejemplo, es más evidente si nos fijamos en dónde tenemos las fotos familiares, recuerdos y qué sitio reservamos a las plantas.
Si nos ceñimos a los espacios públicos, la clave reside en que han sido creados para compartir. Por lo general, han sido diseñados para que cualquiera encuentre su lugar en ellos. Al tratarse de servicios públicos, cuentan con una función integradora y un claro objetivo de mejorar la calidad de vida.
Por todo eso, es importante que el euskera esté presente en los espacios públicos: a través del paisaje lingüístico, de la música y, sobre todo, a través del hábito de hablarlo. Así, se vuelve habitual y se crea un clima que facilita que se utilice de manera normal, sin complejos ni prejuicios, sin que nadie se sienta incómodo.
En la asociación de espacios e idiomas se constata que un idioma goza de mayor salud y vitalidad, cuantos más sitios dispone para ser hablado. Los niños/as tienden frecuentemente a hacer ese tipo de uniones. Les pasa, por ejemplo, con la escuela. Asocian ese espacio al euskera, sencillamente, porque allí hablan euskera. De hecho, al hablar de un espacio, no solo se habla del espacio en sí, sino de todas las actividades que allí se desarrollan.
Asimismo, podrían observarse otros espacios esenciales desde la perspectiva de la infancia: las instalaciones deportivas, la casa de cultura y el parque o la plaza. Además, en épocas en las que no hay clase, toman una importancia todavía mayor para la socialización.
Aquí tenéis varios consejos y recursos para estos tres espacios, que podemos utilizar en este período vacacional: